sábado, 24 de marzo de 2007

Como los pájaros.

Deprisa. Piérdete entre los pinares. Duerme bajo el tejo en la explanada. Huye del halcón cuando ronde en círculos. Desconfía de los agujeros en la tierra, pues todos son acogedores para las ánimas, y no olvides, al amanecer, sacudirte el rocío, ocultar tu sombra, y aspirar profundamente la mañana; con cuidado, sin asustar a las briznas de hierba, y bailando al aire que gobierne. Si cumples lo aquí dicho llegarás al día siguiente y con algo de suerte, al siguiente... Despierta...
Con todo lo que tenía para contarte sobre insectos, roedores y plantas... tuviste que golpearte contra el cristal de mi ventana; Ni el agua a cuentagotas al calor de mis manos en cuna de dedos trenzadas, ni colocarte la cabecita mirando al alba, te devolverán la vida, la alegría, ni nada. Hundo la cabeza entre mis rodillas, aunque no soy culpable de tu pérdida. He sido testigo de la mayor de las injusticias. En promesa por tu muerte esta ventana será tapiada. Ya sólo me queda la puerta de esta prisión mundana donde por fin comprendo, gracias a ti, vencejo, estos once años de vagar entre pabellones, galerías, duchas y camas. Lo hermético de este mundo... Lástima; nunca supe que el castigo era convertirme en llaga.