miércoles, 20 de enero de 2010

Noche (II)

Al final del paseo entre casas apareció de repente la oscura figura de una mujer. Detenida en mitad de la calle parecía observar a los niños que jugaban al fútbol junto a la puerta de mi casa. Justo antes de enrojecerse el cielo, la mujer avanzó ocupando el centro del paseo en dirección a los niños, batiendo a cada paso, en ondulado y rítmico oleaje al viento, su negro vestido.
El juego se detuvo. El balón botó calle abajo abandonado a su suerte. Los niños observaron la enorme presencia que se aproximaba lentamente ensombreciendo con su vaporosa seda los tejados, las paredes, el empedrado suelo y nuestro miedo. El cielo quemaba en naranjas y un extraño silencio se apoderó de todo. Cuando estuvo tan cerca que podía tocarlos, una hermosa Luna llena emergió del tocado que ceñía su melena, y un suave resplandor inundó los pequeños rostros boquiabiertos de los niños, que nunca olvidaron como se fabrica una noche.