jueves, 4 de septiembre de 2008

La...

Estaba entusiasmada y sonriente; feliz. No le importaba la nieve, los charcos, ni aquel frío que congelaba el aliento. Saltaba y brincaba como una potrilla recién nacida; tan desnuda como ella. En su lengua trabada una canción irreconocible macerada por los temblores. De su boca un nombre, y cada vez que lo pronunciaba, se detenía y lloraba. Ayer conocí el principio de la historia.