domingo, 4 de febrero de 2007

Cuéntame un cuento...

Cuéntame un cuento donde no haya días nublados, donde los árboles no hablen ni se giren a mi paso, donde los animales se comporten como tales, y en el que mi abuela no sea una bruja y mi madre quiera matarme. Cuéntame un cuento en el que yo no tenga que volar sobre el mar ni caerme por una montaña, ni buscar el oro en el río, ni la copa de agua, ni el saquito de semillas, ni el trocito de tarta, ni una rata venga para comerme hasta el borde de mi falda. Cuéntame un cuento donde no haya piratas, castillos, ni fantasmas. Cuéntame un cuento donde no haya un dragón que escupa fuego, una bomba que estalle, ni un sombrero en una cabeza cortada. Ni me cuentes Papá el cuento aquel de la niña que se llamaba Ana, a la que le cambió la vida de huérfana a princesa por besar una rana. No me cuentes un cuento que empiece por Érase, ni que acabe terminado con la F de Fin. No me cuentes un cuento de un fuego que anda, de una cuerda que se anuda ni de una habichuela mágica. No me gustan los soldados ni de plomo, ni de barro, ni me gustan las familias que saltan por las ventanas. No me gustan las sombras, ni la luz que deslumbra, ni me gusta que la luz se apague ni que permanezca encendida. No quiero que un Rey aparezca, ni una prole de ciervos que ríen, o una manada de leones que lloran. No me cuentes aquellos que tu madre te contaba. Cuéntame un cuento en el que no llame el viento a la puerta, ni la lluvia lo inunde todo, ni que exista una cueva con lobos donde resguardarnos del diluvio, del huracán, del miedo y los rayos. No me cuentes que estás cansado, que ya no te sabes ninguno, que no te quedan historias ni ánimo en los bolsillos. Cuéntame un cuento donde no se encuentren respuestas, donde no haya pistas, donde jamás haya muertos, donde nunca pase nada, donde no se acabe en moraleja. Cuéntame esta noche un cuento que no haya escuchado nunca, que me suene a primera vez. Cuéntamelo en chino, en ruso o en polaco; Y cántamelo, para que nunca se me olvide.